lunes, 15 de noviembre de 2010

El Reino de Dios

«El Reino de los Cielos es semejante a un grano de mostaza que tomó un hombre y lo sembró en su campo. Es ciertamente más pequeña que cualquier semilla, pero cuando crece es mayor que las hortalizas, y se hace árbol, hasta el punto de que las aves del cielo vienen y anidan en sus ramas.”Les dijo otra parábola: “El Reino de los Cielos es semejante a la levadura que tomó una mujer y la metió en tres medidas de harina, hasta que fermentó todo.”» Mt 11,31-33

 Con la parábola del grano de mostaza nos enseña que la vida de la gracia, que construye el Reino de Dios en nosotros, empieza siendo ínfima, crece y desarrolla hasta lo máximo, para que todos vengan a buscar vida de ese santo. Esto que sucede con un santo, sucede con la totalidad de los santos: todos ellos forman la Comunión de los Santos, eran un mínimo que por la fuerza del Resucitado la Iglesia creció y sigue creciendo hasta que llegue a su término, cuando Cristo instaure al final de la historia el Reino de Dios en toda la creación. Creciendo, la Iglesia se vuelve el nido donde los hombres renacen a la vida eterna para el Reino de Dios. La misma enseñanza nos da Jesús con la parábola de la levadura: la masa es la humanidad, con la creación que le está unida, la levadura es la vida de Dios dada en el misterio de la gracia, y la mujer es la Iglesia que comunica la vida en Cristo. Cristo deja a la Iglesia-mujer en la la historia de los hombres para que, como buena ama de casa, amase dentro de la humanidad la levadura de la vida divina y así fermente la masa para que salga el buen pan cocido, los hombres santificados, con la creación transformada en Cristo, que viven eternamente en el Reino de Dios.

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