miércoles, 20 de abril de 2011

Jueves Santo. Misa de la Cena del Señor. Esquema para meditar

Toda la celebración queda enmarcada por el amor de Jesucristo que nos amó y nos ama hasta el extremo

Conciencia de Jesús del momento que vive. Ha venido del Padre y vuelve al Padre.
Sabe que el Padre lo ha puesto todo en sus manos.

¿Qué ha puesto en manos del Hijo? El amor extremo, sin medida.

Se nos revela este amor en las palabras y acciones que Jesucristo realiza en la Última Cena.
El amor del Padre se hace visible en la carne del Hijo hecho hombre que nos ama hasta el extremo en las siguientes manifestaciones:.

1. En la institución de la Eucaristía. Memorial de la Cruz redentora. Banquete de la nueva y eterna Alianza. Banquete pascual y nupcial.(Jn y 1Co).
Jesucristo nos entrega la alianza nueva y eterna sellada en su sangre, sangre del Cordero pascual.

El amor de Dios ha buscado siempre establecer una alianza con los hombres. Hoy llega a su plenitud como anticipación de la plenitud que se realiza en la sangre derramada por Cristo elevado en la Cruz.

Cordero manso y humilde degollado en el sacrificio de la Pascua.
Dios y los hombres sellan la nueva y eterna alianza en la carne y sangre del Señor.

2. Institución del Orden sacerdotal.
Para que se renueve y perpetúe la Cena pascual de la nueva y eterna alianza Jesucristo celebra la Cena pascual con los Apóstoles a los que hace partícipes de su consagración sacerdotal

Sumo y Eterno Sacerdote que llama y elige a sus sacerdotes como ministros de la Eucaristía. (cf. Misa Crismal)

Unión íntima entre la Eucaristía y el ministerio sacerdotal.
Jesucristo ungido por el Espíritu Santo como Sumo y Eterno Sacerdote, Víctima Pascual.// Apóstoles y sus sucesores ungídos por el Espíritu Santo para poder renovar el sacrificio de la Nueva y Eterna Alianza en el banquete de la Eucaristía.. Jesucristo preside y se entrega como alimento y bebida del Pueblo de Dios que camina hacia al Padre.

3. El lavatorio de los pies. Servicio de Cristo a sus discípulos, que Cristo nos entrega como tradición de amor que estamos llamados a vivir. “También vosotros debéis lavaros los pies unos a otros”.
Caridad de Cristo que carga con todos los pecados del mundo y los expía en la Cruz (Siervo de Yahvé).
Porque Jesucristo nos ama hasta el extremo, nosotros podemos amarnos.
Entrega y recepción mutua de la caridad entregada de Cristo.

Coninua...

martes, 15 de marzo de 2011

El Padre Pío y la Misa (entrevista)

El Padre Pío y la Misa

Padre Pío de Pietrelcina


En 1974 se publicó una obra en italiano, titulada «Cosí parlò Padre Pio»: «Así habló el Padre Pio» (San Giovanni Rotondo, Foggia, Italia), con el imprimatur de Mons. Fanton, obispo auxiliar de Vincencia.
En este presente trabajo sacamos algunos pasajes en los que el Padre Pío hablaba de la Santa Misa:


Padre, ¿ama el Señor el Sacrificio?
Sí, porque con él regenera el mundo.

¿Cuánta gloria le da la Misa a Dios?
Una gloria infinita.

¿Qué debemos hacer durante la Santa Misa?
Compadecernos y amar.

Padre, ¿cómo debemos asistir a la Santa Misa?
Como asistieron la Santísima Virgen y las piadosas mujeres. Como asistió San Juan al Sacrificio Eucarístico y al Sacrificio cruento de la Cruz.

Padre, ¿qué beneficios recibimos al asistir a la Santa Misa?
No se pueden contar. Los veréis en el Paraíso. Cuando asistas a la Santa Misa, renueva tu fe y medita en la Víctima que se inmola por ti a la Divina Justicia, para aplacarla y hacerla propicia. No te alejes del altar sin derramar lágrimas de dolor y de amor a Jesús, crucificado por tu salvación. La Virgen Dolorosa te acompañará y será tu dulce inspiración.

Padre, ¿qué es su Misa?
Una unión sagrada con la Pasión de Jesús. Mi responsabilidad es única en el mundo -decía llorando.

¿Qué tengo que descubrir en su Santa Misa?
Todo el Calvario.

Padre, dígame todo lo que sufre Vd. durante la Santa Misa.
Sufro todo lo que Jesús sufrió en su Pasión, aunque sin proporción, sólo en cuanto lo puede hacer una creatura humana. Y esto, a pesar de cada uno de mis faltas y por su sola bondad.

Padre, durante el Sacrificio Divino, ¿carga Vd. nuestros pecados?
No puedo dejar de hacerlo, puesto que es una parte del Santo Sacrificio.

¿El Señor le considera a Vd. como un pecador?
No lo sé, pero me temo que así es.

Yo lo he visto temblar a Vd. cuando sube las gradas del Altar. ¿Por qué? ¿Por lo que tiene que sufrir?
No por lo que tengo que sufrir, sino por lo que tengo que ofrecer.

¿En qué momento de la Misa sufre Vd. más?
En la Consagración y en la Comunión.

Padre, esta mañana en la Misa, al leer la historia de Esaú, que vendió su primogenitura, sus ojos se llenaron de lágrimas.
¡Te parece poco, despreciar los dones de Dios!

¿Por qué, al leer el Evangelio, lloró cuando leyó esas palabras: «Quien come mi carne y bebe mi sangre»...?
Llora conmigo de ternura.

Padre, ¿por qué llora Vd. casi siempre cuando lee el Evangelio en la Misa?

Nos parece que no tiene importancia el que un Dios le hable a sus creaturas y que ellas lo contradigan y que continuamente lo ofendan con su ingratitud e incredulidad.

Su Misa, Padre, ¿es un sacrificio cruento?
¡Hereje!

Perdón, Padre, quise decir que en la Misa el Sacrificio de Jesús no es cruento, pero que la participación de Vd. a toda la Pasión si lo es. ¿Me equivoco?

Pues no, en eso no te equivocas. Creo que seguramente tienes razón.

¿Quien le limpia la sangre durante la Santa Misa?
Nadie.

Padre, ¿por qué llora en el Ofertorio?
¿Quieres saber el secreto? Pues bien: porque es el momento en que el alma se separa de las cosas profanas.

Durante su Misa, Padre, la gente hace un poco de ruido.
Si estuvieses en el Calvario, ¿no escucharías gritos, blasfemias, ruidos y amenazas? Había un alboroto enorme.

¿No le distraen los ruidos?
Para nada.

Padre, ¿por qué sufre tanto en la Consagración?
No seas malo... (no quiero que me preguntes eso...).

Padre, ¡dígamelo! ¿Por qué sufre tanto en la Consagración?
Porque en ese momento se produce realmente una nueva y admirable destrucción y creación.

Padre, ¿por qué llora en el Altar y qué significan las palabras que dice Vd. en la Elevación? Se lo pregunto por curiosidad, pero también porque quiero repetirlas con Vd.
Los secretos de Rey supremo no pueden revelarse sin profanarlos. Me preguntas por qué lloro, pero yo no quisiera derramar esas pobres lagrimitas sino torrentes de ellas. ¿No meditas en este grandioso misterio?

Padre, ¿sufre Vd. durante la Misa la amargura de la hiel?
Sí, muy a menudo...

Padre, ¿cómo puede estarse de pie en el Altar?
Como estaba Jesús en la Cruz.

En el Altar, ¿está Vd. clavado en la Cruz como Jesús en el Calvario?
¿Y aún me lo preguntas?

¿Como se halla Vd.?
Como Jesús en el Calvario.

Padre, los verdugos acostaron la Cruz de Jesús para hundirle los clavos?
Evidentemente.

¿A Vd. también se los clavan?
¡Y de qué manera!

¿También acuestan la Cruz para Vd.?
Sí, pero no hay que tener miedo.

Padre, durante la Misa, ¿dice Vd. las siete palabras que Jesús dijo en la Cruz?
Sí, indignamente, pero también yo las digo.

Y ¿a quién le dice: «Mujer, he aquí a tu hijo»?
Se lo digo a Ella: He aquí a los hijos de Tu Hijo.

¿Sufre Vd. la sed y el abandono de Jesús?
Sí.

¿En qué momento?
Después de la Consagración.

¿Hasta qué momento?
Suele ser hasta la Comunión.

Vd. ha dicho que le avergüenza decir: «Busqué quien me consolase y no lo hallé». ¿Por qué?
Porque nuestro sufrimiento, de verdaderos culpables, no es nada en comparación del de Jesus.

¿Ante quién siente vergüenza?
Ante Dios y mi conciencia.

Los Angeles del Señor ¿lo reconfortan en el Altar en el que se inmola Vd.?
Pues... no lo siento.

Si el consuelo no llega hasta su alma durante el Santo Sacrificio y Vd. sufre, como Jesús, el abandono total, nuestra presencia no sirve de nada.
La utilidad es para vosotros. ¿Acaso fue inútil la presencia de la Virgen Dolorosa, de San Juan y de las piadosas mujeres a los pies de Jesús agonizante?

¿Qué es la sagrada Comunión?
Es toda una misericordia interior y exterior, todo un abrazo. Pídele a Jesús que se deje sentir sensiblemente.

Cuando viene Jesús, ¿visita solamente el alma?
El ser entero.

¿Qué hace Jesús en la Comunión?
Se deleita en su creatura.

Cuando se une a Jesús en la Santa Comunión, ¿que quiere que le pidamos al Señor por Vd.?
Que sea otro Jesús, todo Jesús y siempre Jesús.

¿Sufre Vd. también en la Comunión?
Es el punto culminante.

Después de la Comunión, ¿continúan sus sufrimientos?
Sí, pero son sufrimientos de amor.

¿A quién se dirigió la última mirada de Jesús agonizante?
A su Madre.

Y Vd., ¿a quién mira?
A mis hermanos de exilio.

¿Muere Vd. en la Santa Misa?
Místicamente, en la Sagrada Comunión.

¿Es por exceso de amor o de dolor?
Por ambas cosas, pero más por amor.

Si Vd. muere en la Comunión ¿ya no está en el Altar? ¿Por qué?
Jesús muerto, seguía estando en el Calvario.

Padre, Vd. a dicho que la víctima muere en la Comunión. ¿Lo ponen a Vd. en los brazos de Nuestra Señora?
En los de San Francisco.

Padre, ¿Jesús desclava los brazos de la Cruz para descansar en Vd.?
¡Soy yo quien descansa en El!

¿Cuánto ama a Jesús?
Mi deseo es infinito, pero la verdad es que, por desgracia, tengo que decir que nada, y me da mucha pena.

Padre, ¿por qué llora Vd. al pronunciar la última frase del Evangelio de San Juan: «Y hemos visto su gloria, gloria como de Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad»?
¿Te parece poco? Si los Apóstoles, con sus ojos de carne, han visto esa gloria, ¿cómo será la que veremos en el Hijo de Dios, en Jesús, cuando se manifieste en el Cielo?

¿Qué unión tendremos entonces con Jesús?
La Eucaristía nos da una idea.

¿Asiste la Santísima Virgen a su Misa?
¿Crees que la Mamá no se interesa por su hijo?

¿Y los ángeles?
En multitudes.

¿Qué hacen?
Adoran y aman.

Padre, ¿quién está más cerca de su Altar?
Todo el Paraíso.

¿Le gustaría decir más de una Misa cada día?
Si yo pudiese, no querría bajar nunca del Altar.

Me ha dicho que Vd. trae consigo su propio Altar...
Sí, porque se realizan estas palabras del Apóstol: «Llevo en mi cuerpo las señales del Señor Jesús» (Gal. 6, 17), «estoy crucificado con Cristo» (Gal. 2, 19) y «castigo mi cuerpo y lo esclavizo» (I Cor. 9, 27).

¡En ese caso, no me equivoco cuando digo que estoy viendo a Jesús Crucificado!
(No contesta).

Padre, ¿se acuerda Vd. de mí durante la Santa Misa?
Durante toda la Misa, desde el principio al fin, me acuerdo de tí.

La Misa del Padre Pío en sus primeros años duraba más de dos horas. Siempre fue un éxtasis de amor y de dolor. Su rostro se veía enteramente concentrado en Dios y lleno de lágrimas. Un día, al confesarme, le pregunté sobre este gran misterio:

Padre, quiero hacerle una pregunta.
Dime, hijo.

Padre, quisiera preguntarle qué es la Misa.
¿Por qué me preguntas eso?

Para oírla mejor, Padre.
Hijo, te puedo decir lo que es mi Misa.

Pues eso es lo que quiero saber, Padre.
Hijo mío, estamos siempre en la cruz y la Misa es una continua agonía.

Tradición Católica de noviembre de 1998

Coninua...

jueves, 10 de febrero de 2011

El Papa invita a los fieles a seguir una vida moralmente coherente en el seguimiento de Cristo

BENEDICTO XVI DEDICÓ LA AUDIENCIA DEL MIÉRCOLES A GLOSAR LA FIGURA Y ENSEÑANZA DE S. PEDRO CANISIO

Benedicto XVI ha dedicado la catequesis de la Audiencia General de hoy a la figura de San Pedro Canisio, sacerdote jesuita, doctor de la Iglesia, nacido en la ciudad holandesa de Nimega y que vivió en el siglo XVI. San Pedro Canisio intervino en acontecimientos decisivos de su tiempo, como el Concilio de Trento, ejerciendo una influencia especial con sus escritos teológicos. Su obra más difundida fue el Catecismo, donde aparecen los conocimientos fundamentales de la doctrina católica expuesta bajo la forma de preguntas y respuestas, elaboradas en términos bíblicos y sin tono polémico.

El santo holandés preparó tres versiones del catecismo: una para personas con elementales nociones de teología; otra para niños sin escolarizar y una tercera para estudiantes del liceo y universitarios. En ello se revela una de las características de Pedro Canisio: sabía armonizar la fidelidad a los principios dogmáticos con el debido respeto a la persona.

Viviendo una “espiritualidad cristocéntrica, Pedro Canisio, insistió sobre la importancia de la liturgia y la necesidad de la oración personal cotidiana que son repropuestas con autoridad por el Concilio Vaticano II”, ha afirmado el Papa, que ha explicado que aún hoy “el ejemplo de Pedro Canisio tiene un valor actual y permanente”. Benedicto XVI ha dicho que “el ministerio apostólico es fecundo solamente si el predicador es un testimonio y un instrumento de Jesús, si permanece estrechamente unido por la fe en su Evangelio y en su Iglesia, y si conduce una vida moralmente coherente”.

Este ha sido el resumen que de su catequesis ha hecho el Santo Padre en español para los peregrinos de nuestra lengua presentes en el aula Pablo VI:

Queridos hermanos y hermanas:

San Pedro Canisio nace en mil quinientos veintiuno, en Holanda. Entra en la Compañía de Jesús y es ordenado sacerdote en Colonia, en mil quinientos cuarenta y seis. Con una notable reputación como teólogo, interviene en el Concilio de Trento. Se ocupa también incansablemente de la adecuada formación teológica de los sacerdotes, así como de la reforma religiosa y moral del pueblo por medio de una serie de iniciativas pastorales, entre las que se incluyen la asistencia en los hospitales y en las cárceles. Editor notable de obras completas de los Padres de la Iglesia, publica libros de devoción en diversas lenguas, biografías de santos y textos de homilética. Escribe tres Catecismos, que alcanzaron gran difusión, y en los que condensa los conocimientos fundamentales de la doctrina católica en preguntas y respuestas. Una característica de Canisio es saber presentar armónicamente la fidelidad a los principios dogmáticos con el respeto que se debe a cada persona. En un momento de fuertes contrastes confesionales, evita las asperezas y la retórica de la ira, centrándose en la presentación de las raíces espirituales y en la revitalización de todo el cuerpo de la Iglesia. Pedro Canisio muere en mil quinientos noventa y siete. El Papa Pío Once lo canonizó y lo proclamó Doctor de la Iglesia, en mil novecientos veinticinco.

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España, México y otros países latinoamericanos. Invito a todos a vivir con empeño y fidelidad la adhesión a Cristo, a ejemplo de San Pedro Canisio. Encomendaos a su intercesión, pidiendo a Dios que vuestro apostolado produzca frutos de salvación, siendo testigos de Jesús e instrumentos suyos, con una vida moralmente coherente y una oración incesante. Muchas gracias.

Saludando en francés el Santo Padre se ha dirigido de manera especial a los estudiantes de los diversos colegios y liceos de París y de Aix-en-Provence invitándoles a Madrid para las Jornadas Mundiales de la Juventud el próximo agosto. ¡Hasta entonces pues!

Saludando a los peregrinos de lengua polaca Benedicto XVI les ha recordado que el próximo viernes se celebra la memoria de Nuestra Señora de Lourdes y la Jornada Mundial del Enfermo. En la oración confiamos, a la Madre Inmaculada, los enfermos y cuantos con amor se ponen a su servicio en los hospitales, en las residencias de atención a los enfermos y en las familias. En el rostro de los enfermos vemos el rostro de Cristo sufriente. Que las palabras de San Pedro nos refuercen: “Con cuyas heridas habéis sido curados”. Bendigo de corazón a todos los enfermos, a los aquí presentes y a vuestros seres queridos.

Como siempre el Pontífice ha finalizado la audiencia dirigiéndose a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados. Ayer, celebramos la memoria litúrgica de san Jerónimo Emiliani, fundador de los Somascos, y de santa Josefina Bakhita, hija de África convertida en hija de la Iglesia. La valentía de estos testimonios fieles de Cristo os ayude a vosotros, queridos jóvenes, a abrir el corazón al heroísmo de la santidad en la existencia de cada día. Os sostenga a vosotros, queridos enfermos, a perseverar con paciencia a ofrecer vuestra oración y vuestro sufrimiento por toda la Iglesia. Y os dé a vosotros, queridos recién casados, la valentía de convertir vuestra familia en comunidad de amor, marcada por los valores cristianos.

Coninua...